El poder de la comunicación
@hugomorenomv3
Nunca antes en la historia de la
humanidad han existido los volúmenes actuales de ideas convertidas en tinta de
libros, documentos, periódicos, revistas, millones de horas de producción
televisiva o radiofónica y pulsos eléctricos circulando por la fibra óptica
interoceánica que circunda el planeta; ni los millones de dispositivos
tecnológicos “inteligentes” para conectar a las personas; ni hablar de los incontables exabytes de información que se continúan acumulando en
internet a la fecha, sin embargo ¿por qué persiste la sensación de
incomunicación en las sociedades actuales?
Hay dos confusiones que
predominan en el mundo y que son, en parte, origen de esa sensación de falta de
comunicación. Se trata de las ideas que una y otra vez se repiten por todos los
medios de que relación y tecnología son sinónimos de comunicación.
Veamos. Una relación se da
cuando dos personas o más crean conexiones entre sí con posibilidades de
intercambiar, de manera consciente o inconsciente, lo quieran o no, una serie
de mensajes relativos y susceptibles de producir la comunicación, es decir, generan
condiciones para desarrollar un estado de disposición y apertura en cual puedan
comprender y ser comprendidos.
A todos nos ha pasado llegar por primera vez a la escuela
o la universidad y formar parte de la comunidad de estudiantes, es decir, estar
relacionados con alumnos que no sabemos quiénes son en primera instancia y compartimos
espacio, tiempo y condición escolar, es decir, estamos relacionados con ellos.
Luego de unos días, sólo con algunos, quizá con los que pertenecen al mismo
grupo escolar, generamos vínculos más fuertes y comunicación para compartir
sentimientos, pensamientos y experiencias, lo que comúnmente se denomina “conocernos
más”.
La relación, en ese sentido, es un peldaño
de la comunicación y comunicar es hacer de la relación entre dos o más
personas la oportunidad de crecimiento recíproco.
La comunicación siempre es constructiva y positiva de lo contrario no existe porque se trata de un estado de apertura humano donde se concilian las ideas y sentimientos entre las personas para lograr acuerdos o reafirmar disensos a partir de información específica que por muy contraria, plural o diversa que puedan ser en un inicio, resultará benéfica porque se trata del insumo que nutre relaciones en las que se da y recibe para crear algo nuevo entre dos o más personas, grupos, organizaciones, gobiernos, sociedades que conversan, debaten, dialogan o discuten para avanzar hacia los objetivos que interesan a las partes.
Vale distinguir también la
comunicación como consecuencia y oportunidad de optimizar una relación ganadora
que a diferencia de la manipulación, no impone. La manipulación no da ni
recibe, por lo tanto es una acción procedente de la intención destructiva y
cerrada entre quienes se relacionan de esta manera. Pierde quien impone y
pierde a quien le imponen porque obliga al otro a, en apariencia, aceptar algo,
de entrada anula a ambas partes y tarde o temprano cambiará ya que es insostenible.
Es una relación de perdedores.
Por otra parte, la comunicación no
puede circunscribirse a los avances de la tecnología. Hay que superar la
confusión que suele producirse con frecuencia entre comunicación y técnicas
de la comunicación; la primera concierne a un estado de apertura humano; la
segunda a condiciones materiales y de sistemas para relacionar personas.
Las técnicas de la comunicación refieren la función de relacionar, transmitir y difundir información por medios materiales y sistemas creados por el hombre con ese fin, por ejemplo teléfonos, televisores, radios, computadoras, microondas, satélites, internet, redes sociales; pero no necesariamente estas formas de transmisión y conexión tecnológica garantizan que se comunica, ya que dichos soportes técnicos son sólo facilitadores entre las personas que buscan relacionarse; muy efectivas para resolver los problemas de tiempo, espacio, número, costes y distancias físicas entre grupos sociales, pero finalmente sigue siendo el individuo quien ejerce el acto de comunicar, aceptando, siendo indiferente o rechazando lo que el otro desea y puede transmitirle.
La tecnología, sin duda, no
resuelve la falta de entendimiento ni los sentimientos encontrados entre los
sujetos, la comunicación sí. Ni el más
avanzado de los teléfonos “inteligentes” puede acercar o decidir activarse para
comunicar a dos o más personas que se detestan.
La comunicación es entonces un
estado de disposición del propio ser que aprovecha la relación e interlocución
humanas para comprender y ser comprendidos; de ahí que siempre prevalece,
cuando se logra, su potencial constructivo y positivo, ese es su gran poder.
Este poder de la comunicación es
el que logra generar los compromisos y la confianza entre las personas para
modificar y construir nuevas perspectivas, soluciones y conductas positivas
frente a una realidad. Un vistazo a nuestras propias condiciones de existencia
ratifican estas afirmaciones, miren a su alrededor y las personas con las que
cada quien se comunica en el sentido más amplio de la palabra, son aquellas con
quienes se construyen las soluciones, crecimiento, desarrollo en múltiples
dimensiones y se comparten los mejores momentos y sensaciones de la vida. ¿Por
qué no usar la tecnología y trascender sus limitaciones para extender su
potencial de facilitadoras de la comunicación?
Particularmente en esta era en la
que para muchos pasa inadvertido el poder transformador de la comunicación
frente a la ansiedad que, por lo regular, producen las presiones económicas,
políticas, sociales y culturales contemporáneas, es importante que en medio del
vertiginoso mundo sobre poblado e
inundado de tecnologías y millones de relaciones, recordemos que está latente
la oportunidad de cada quien para que ejerza eso que llamamos comunicación, un estado el
cual despierta la profunda y poderosa naturaleza humana de crear nuevos
paradigmas.
¿Y tú, comunicas?
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